martes, 19 de abril de 2016

EDUCAR PARA TRASCENDER
Si quieres un año de prosperidad, planta arroz.
Si quieres 10 años de prosperidad, planta árboles.
Si quieres prosperidad para siempre, educa un pueblo
(Proverbio Chino)
El educar a una sociedad para la vida, constituye un complejo, arduo y difícil trabajo al ser un deber fundamental para el hombre y más al borde de una sociedad cada vez más compleja que necesita jóvenes mayormente preparados, concientes, con ideales y valores bien definidos, siendo capaces de afrontar los retos del presente y del futuro con una identidad segura y propia de una buena cultura.
La civilización está basada en la trasmisión del conocimiento de persona a persona y de una generación a otra. Sin la preservación del conocimiento, cada persona y cada generación tendrían que comenzar desde cero. Obviamente, de esta manera no hubiera habido progreso alguno y el hombre nunca hubiera salido de las cavernas, quizás y nunca hubiera alcanzado el título de Homo sapiens. El hombre avanza porque cada nueva generación puede heredar y de esta manera obtener los conocimientos de sus predecesores y usarlos como punto de partida para seguir generando y acumulando más conocimientos aún más avanzados. He aquí la importancia de educar y más que esto, de “saber educar” a las generaciones.
Pitágoras se refería a la educación de la siguiente manera: “Educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres”. Aquí cabe destacar que la familia es la mejor escuela de buenas costumbres y buen comportamiento. Bien se dice que la familia es la base del ser humano, es donde se le proporcionan virtudes y actitudes elementales y vitales para su completo bienestar, y es en la escuela donde se aplican esas aptitudes y actitudes en la vida diaria, es donde pasa gran parte de su tiempo, allí aprende realmente a compartir, a trabajar en equipo, a escuchar, a respetar, a conciliar y a dirigir, conoce por primera vez problemas reales y es donde verdaderamente conoce el camino hacia el bien o hacia el mal. Es decir, mediante el proceso educativo y una familia como apoyo incondicional, construiremos una sociedad más justa y equitativa, en donde se nos haga entrega de la riqueza cultural asegurando así nuestra propia existencia.
Actualmente ¿se estará transmitiendo la cultura de manera correcta mediante el proceso educativo?
Alfonso Rojas Pérez Palacios en su libro “Educar para la libertad” dice lo siguiente “La educación y la cultura tienen relaciones indisolubles. La naturaleza universal y dinámica de la cultura se hace posible merced a la educación. La educación es el medio que hace llegar la cultura a los hombres; es la vía por la cual los hombres son los personajes de la cultura; en suma, la educación es el vínculo de la cultura”.(1) Aquí lo que nos quiere decir el autor, es que los hombres somos los creadores de la cultura, mientras la educación es el instrumento de transmisión cultural.
Respondiendo a la pregunta anterior, es casi evidente que la mayoría de los procesos educativos actuales no nos están transmitiendo una formación cultural de manera correcta. Simplemente basta escuchar y observar a los maestros decir la típica frase: ¡como se han perdido los valores!, y al alumno reaccionar con un mmhhmm y muecas diversas. De ahí, surge la interrogante ¿es culpa del maestro o del alumno?
La problemática que rodea a la educación es sin duda responsabilidad tanto del alumno como del profesor, no se debe señalar como culpable sólo a uno de ellos. El maestro es responsable de transmitir la cultura; el alumno es el responsable de ponerla en práctica. Intervienen muchos aspectos en esta grave situación como la familia, personalidad y cultura de cada individuo. La base esta en hallar cómo hacer que los estudiantes entiendan la importancia de la escuela y en que los maestros comprendan la importancia de entender y saber dirigir a los estudiantes.
Suena irracional, el hecho de que aún en estos momentos se siga viendo una educación meramente informativa, que al alumno se le llene de información, y que ésta no sea comprendida porque no se le enseñó a “saber hacer”. Veamos lo que dicen los filósofos de hace tiempo.
Aristóteles decía: "Lo que tenemos que aprender lo aprendemos haciéndolo."Por su parte Platón: "El que aprende y aprende y no practica lo que sabe, es como el que ara y ara y no siembra." 
Aprender significa incorporar algo desconocido al acervo que cada uno tiene en su inventario personal de herramientas con las que cuenta para dominar algún aspecto de la realidad. Lo desconocido implica una cuota de riesgo, de aventura, de esfuerzo y de satisfacción posterior cuando uno comprueba que superó el obstáculo. Estas emociones: temor, desafío, desconcierto, confusión, alegría están vinculadas al aprendizaje en cualquier orden de la vida.
La escuela tiene por propósito armar dispositivos de enseñanza sistemática, útiles y aplicables en nuestra vida diaria.
Ahora pues, después de hace bastantes años, se sigue viendo la preocupación del saber hacer, y aún así ¿no se puede controlar?
Sin asomo de duda, la educación no puede retroceder pues constantemente estamos progresando en todos los ámbitos: tecnológico, científico y cultural. Todo avanza hacia mejores fines pero no es completamente aprovechado.
Las condiciones de la vida actual son el resultado de los conocimientos con los que estamos operando nuestras vidas. Para tener más y mejores resultados, es esencial tener más y mejores conocimientos.
Es cierto que en la actualidad vivimos en una corriente de aguas bravas, pero hay que estar seguros que podemos dar aun más si realmente queremos dar más, se sabe firmemente que el mejoramiento puede ser mayor.
La generalidad de personas tenemos hambre y sed de conocimientos, conocimientos que nos son algunas veces limitados por la monotonía de nuestros educadores, lo insulso de nuestra educación y los insuficientes buenos hábitos desde la familia.
Se necesitan Jóvenes con ahínco y esmero por nosotros y los demás, tomar medidas para el mejor funcionamiento de nuestra educación; verdadera preparación y vocación en el cuerpo docente que como difusores culturales den sentido y rumbo cierto a la juventud; tecnología aplicada en el sector educativo institucional; mayor comunicación e interés por los proyectos, triunfos y deficiencias de nuestro entorno y una familia en verdad dispuesta.
Hasta que a la presente generación le caiga el veinte y ofrezca a sus futuras generaciones una mejor educación, mejores conocimientos mejor aprendidos, le será imposible cualquier mejoramiento de las condiciones de vida humana.

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